23 nov 2009

El pirata Willy



En los últimos días hemos vuelto a hablar de algo que durante el siglo XVI azotó a los barcos españoles que viajaban a las Américas. Durante aquellos años nuestra armada luchaba contra los piratas ingleses que operaban bajo la protección de la corona Inglesa. Parecía algo del pasado, algo de las novelas y del cine, pero sin embargo es la actualidad del siglo XXI en el Océano Índico. Hoy en día a pesar de los medios tecnológicos nos quieren hacer ver que es muy difícil luchar contra estos actuales “piratas”. Con un ejército moderno, aviones, helicópteros, satélites y demás tecnología, parece como si nos tomaran el pelo. Además, estos piratas se acaban riendo de nuestro “estado de derecho”, ya que cogemos al “pirata Willy” y no sabemos que hacer con él. Nuestras leyes son permisivas en muchos casos y tremendamente injustas con algunos pequeños delitos. Seguramente habrán pensado en meterle en un correccional para que con apoyo psicológico tratar de reinsertarle en la sociedad, darle una formación durante su estancia y finalmente ponerle un piso de protección tutelado y darle un trabajo digno. Así es nuestro sistema penitenciario para este tipo de jóvenes como el “asesino de la Katana” que vive en un piso tutelado con su novia después de haber asesinado a sangre fría a toda su familia. Finalmente el desenlace del barco “Alacrana” ha llegado a su fin, estando todos sus marineros a salvo y de de lo cual nos alegramos todos.
PERO... si es verdad que han pagado algo más de 2 millones de euros a los piratas (o sus jefes en despachos de grandes ciudades) a través de un bufete de abogados inglés, ¿Por qué han esperado hasta el final? Lo podían haber hecho antes. Total, podemos dejar en vergüenza a nuestra armada y nuestros soldados... Ahora todos los piratas saben cual es la bandera que deben de asaltar ya que conseguirán su propósito sin pagar las consecuencias.
Después de toda la aventura parece que España quiere liderar un nuevo programa internacional antipiratería, con nuestros ministros al frente dejándonos en ridículo como siempre.